Adictos a las pantallas
Los lectores escriben sobre la adicción a las pantallas de los jóvenes, el rechazo a los inmigrantes, el rearme de Europa y la falta de humanidad

Muchos conocidos de mi hijo de 15 años tienen acceso ilimitado a los datos de su móvil. Lo usan en el instituto para jugar on line, ver redes, escuchar youtubers y hasta para consumir porno. Mi hijo tiene una sola hora de datos al día controlada y juega a la videoconsola tres días a la semana durante una hora si todas sus obligaciones están hechas. Esto muchas veces no lo hace por decisión propia, forma parte de las normas de mi casa. Yo intento que su cerebro se forme bien con dieta y horas de sueño adecuadas para su edad, pero en su entorno es casi el único adolescente que lleva esta rutina. Es muy complicado crear espacios seguros cuando el resto de los padres tiran la toalla tan pronto. Tener un hijo no es soltarle un teléfono a las primeras de cambio y no controlar lo que ve y escucha. Se está criando una generación de adictos a las pantallas que no saben aburrirse y ponerse creativos y a los que están educando unos indocumentados que pueblan las redes. Es el caldo de cultivo perfecto para el extremismo. La mente de estos chicos está en sus manos.