Adiós a un hombre bueno: emotiva despedida a Marc Lloret, teclista de Mishima
Familiares, amigos y compañeros llenan el Tanatorio de Collserola en el funeral por el miembro de la banda, fallecido el domingo a los 51 años

Su padre ha dicho, roto por la emoción, que hay valores que no se promocionan, que simplemente se tienen. Se estaba refiriendo a su hijo, Marc Lloret, músico y programador fallecido el domingo a causa de un cáncer a la injusta edad de 51 años. También hay sentimientos que no se impostan, o se sienten o no, y la cariacontecida desolación que se ha impuesto en la sala del Tanatorio de Collserola, en Barcelona, donde se le ha despedido era tan real como la propia muerte. Se mirase donde se mirase todo eran caras de abatimiento, nudos en la garganta que al deshacerse casi se oían, rostros que no querían bañarse en lágrimas porque una estúpida educación nos impulsa a no mostrar en público eso que puede parecer fragilidad, dolor, sensibilidad. Por eso luchamos por contenernos. Las únicas afortunadas, y parece un contrasentido, han sido aquellas personas que tuvieron la suerte de tratar a Marc de manera directa e íntima, familiares, pareja, amigos, compañeros de banda y de trabajo que para no romper sus palabras intentaban serenase. Han acabado por hacer lo que todo el mundo deseaba: llorar a moco tendido en la despedida de un hombre bueno.