Ahogarlo en la bañera
Supongo que no tardaremos mucho en conducir mirando solo la pantalla

Tras un viaje de trabajo, conduzco de vuelta a mi ciudad, Madrid. En la pantalla del navegador aparece una representación del coche en su discurrir por una carretera virtual. Me pregunto si el coche y la carretera de la pantalla son verdaderamente una representación. Dudo, en suma, acerca de en cuál de los dos automóviles voy yo, si en el de ahí o en el de aquí. Lo más probable es que vaya en los dos, todo está duplicado. Me fascina la suavidad con la que el auto cibernético se desliza por el mapa virtual conmigo dentro. Me fascina tanto, de hecho, que a veces desatiendo a lo que ocurre fuera, en la carretera supuestamente real. Supongo que no tardaremos mucho en conducir mirando solo la pantalla, como en los simuladores.