Alcaraz y Djokovic, de París a Melbourne y con una cicatriz de por medio
El español se reencontrará seis meses después con el serbio, que le infligió en los Juegos de París la derrota más dura de su carrera: “No es que tenga miedo, pero...”
En un pequeño corrillo, a Carlos Alcaraz le delata el subconsciente y el viraje en el discurso: decir sin decir. Atrás queda la osadía de otros tiempos y en el mismo lugar. La bravuconería propia del veinteañero. “¿Qué le diría a Rod Laver? ¡Que me llamo milagro!”, contestaba el murciano justo hace un año, cuando se le deslizaba que el legendario jugador australiano (The Rocket) daba por archifavorito al título a Novak Djokovic, de no ser que mediase alguna intervención divina por el camino. Se expresaba el tenista antes del duelo en los cuartos contra Alexander Zverev, finalmente verdugo, exactamente a la misma altura del torneo. Ahora (7-5, 6-1 y retirada de Jack Draper) a quien divisa es a Nole, quien a sus 37 años continúa siendo tan intimidatorio como siempre. Ese apellido y esa silueta producen tiritonas a cualquiera.