Así se digitaliza una empresa, sin importar su tamaño
Estos tres negocios de sectores dispares han sabido modernizarse para ganar visibilidad, ofrecer una atención más cercana a sus clientes y aumentar así su competitividad
Antes de ser su trabajo, comenzó como un juego. Cuando Rafael Gisbert Sánchez-Moñita tenía 10 años, su chalet de veraneo se llenaba de lonas enormes que había que reparar. “Me divertía mano a mano con los operarios; limpiaba la zona y colocaba un parche. Era como si estuviéramos arreglando una rueda de bicicleta”, rememora. Que la casa de este madrileño de 55 años estuviera siempre llena de estas telas se entiende al saber que él es ya la tercera generación del negocio familiar Moñita. Nacida en los años 40, se dedica a la fabricación y reparación de lonas y, desde que pasó a sus manos en 2007, Rafael se esmeró en su evolución. Cuando el mundo se digitalizó, ellos también lo hicieron.