Ave, Lalachus, los que se van a ofender te saludan
¿Cuánta gente vio tranquilamente las campanadas de TVE sin saber que tenía que enfadarse? El último grito de las sociedades vulnerables es que les digan no cómo tienen qué pensar, sino lo que tienen que sentir
Del último escándalo español con respiración artificial, de la penúltima claudicación de los medios a los márgenes más soliviantados (por interés, pocas luces o contrato) de las redes sociales, lo más gracioso es, sin duda, la cantidad de gente que no sabía que tenía que ofenderse cuando Lalachus homenajeó durante las campanadas a la vaquilla del Grand Prix, símbolo, uno de tantos (Espinete, Chollo, Antichollo) de la televisión pública. Esos espectadores que, viendo en directo a la cómica sacando una estampita con la cara de la vaquilla, no repararon en que aquello les ofendía: desconocían que tenían que molestarse al punto de impugnar el año nuevo y no sólo eso, sino que lo mismo hasta sonrieron por el rescate sentimental de tan ilustre dibujo. Los indignados a los que tuvieron que avisar.