Banda sonora para un tiempo nuevo
La reacción colonialista a las independencias africanas produjo una explotación de los recursos naturales que todavía sigue

Cuando conocí al guionista Rafael Azcona estaba arrinconado, bastante olvidado y sobre todo fuera de la moda dominante en el cine. El empuje por revalorizarlo lo capitanearon algunos directores veinte años más jóvenes que él, en una demostración de que las revisiones las hacen los propios profesionales cuando se quitan de encima la esclavitud de la fidelidad generacional. A Azcona se le echa de menos en las buenas sobremesas, entre otras cosas, porque siendo un hombre de un fatalismo negrísimo gozaba de un ramalazo optimista apabullante. Cuando nos contábamos los desmanes de los líderes políticos de aquel momento, con sus invasiones apoyadas en mentiras e intereses bastardos, solía responder con algo contundente: “No os hagáis mala sangre, ahora estamos mejor que cuando Alejandro Magno arrasaba sin piedad a un pueblo y no había nadie que se atreviera a protestar y ni tan siquiera a contar su crueldad”. Contar y denunciar es la obligación principal cuando alguien se asoma a las injusticias que nos rodean. Los valencianos afectados por la riada ya no se quedan en casa a esperar que en el No-Do les venga a explicar cómo el jerarca nacional les dedica un rato de su inagotable paternalismo. Han salido cinco veces masivamente a la calle y se reivindican con cada detalle que suman al analizar el desastre asistencial y preventivo que padecieron.