Canarias reclama un sitio en la “periferia” del cine de animación
El reciente premio Goya gira los focos a una comunidad autónoma que gracias a los incentivos fiscales ha pasado en siete años de no existir como industria a situarse como uno de los principales polos del sector

El cineasta tinerfeño David Baute tocó la cima de su carrera al recibir el 8 de febrero el Goya a la mejor película de animación. En su discurso, se acordó de su pueblo, Garachico (norte de la isla) y ensalzó el floreciente trabajo audiovisual que se hace en Canarias. “Creo que desde la periferia se puede hacer cine”, clamó mientras se aferraba a su galardón. Un premio que, por cierto, logró en competición con Superklaus, otra animación canaria. Mariposas negras, la película que resultó premiada, dedicada a los emigrantes climáticos, es el último exponente de una industria nacida en las islas en 2017 y que en este tiempo ha pasado a consagrarse como uno de los principales polos de animación de Europa. Es un caso único de crear una industria desde cero y ponerla a competir a primer nivel. “Canarias es posiblemente uno de los lugares del mundo donde existen más productoras de animación por metro cuadrado”, bromea Baute en conversación telefónica. A su éxito se une el del cortometraje de animación Cafuné, producido por el grancanario Damián Perea, y que recibió el galardón de mejor Cortometraje de Animación.