Cinco bikinis fáciles de hacer, que resuelven un desayuno o una cena

Hay un sándwich que ha traspasado barreras y se ha convertido en todo un fenómeno nacional. Nació en la mítica discoteca Bikini, en Barcelona, —de ahí el nombre— este sándwich de jamón y queso derretido, se ha convertido en un bocado de referencia en todos los hogares. Pertenece a la familia de los sándwiches, aunque tiene sus propias particularidades: un bikini nunca se sirve frío y siempre lleva queso en su interior. Mientras que un sándwich en general, además de no necesitar calor, puede acoger entre dos rebanadas de pan de molde cualquier tipo de ingrediente, sin necesidad de llevar queso. Es la primera aclaración que hace el cocinero barcelonés Joan Gurguí, en conversación telefónica con EL PAÍS, sobre el clásico sándwich mixto de jamón y queso, convertido en el protagonista de su carrera profesional. Se formó en la escuela de hostelería Hoffmann, y montó hace cinco años La Bikineria, en el Mercado del Ninot, en Barcelona, el primer local especializado en este tipo de bocado, tan popular en cualquier cafetería o bar, y del que ha abierto varios espacios más en la ciudad. Acaba de publicar Bikinis Creativos (Libros Cúpula), con el que rinde homenaje a través de 50 creaciones a los bocadillos, que resolvían las cenas de los domingos o algún desayuno tardío. “Recuerdo a mi abuelo haciéndolos el domingo con mucho cariño. Formaba parte de nuestras cenas. El bikini siempre te trae recuerdos”, señala Gurguí, que confiesa que sus preferidos, ahora que tiene un amplio recetario, son el de pollo asado, queso Gouda y alioli de manzana, o el de carpaccio de pies de cerdo con queso Havarti y romesco. Recomienda utilizar pan de molde sin corteza, que haya equilibrio entre el pan y el relleno, utilizar para el tostado, mantequilla salada, y servirlo siempre caliente.

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