Cómo cocinar alubias y judías: lo que debes saber para disfrutar la legumbre más variada
Una guía donde repasamos su origen, los distintos tipos que existen, el remojo, la conservación, la cocción y distintas ideas para comerlas durante el año


Sabéis que en la redacción de El Comidista somos defensores a ultranza de las legumbres: porque son saludables, cocinadas con cariño están deliciosas y son super versátiles. Lo mismo sirven para un estofado sustancioso de los más tradicionales de nuestra cocina que para una ensalada o un moje tan ligeros como quieras. Ya os lo hemos demostrado con un artículo cantando las alabanzas de los garbanzos y otro con las mismas intenciones sobre las lentejas: no podíamos dejarnos las alubias o judías en el tintero.
Flatulencias, ¿y tú me lo preguntas?
La causa de los gases que provocan las judías en nuestro sistema digestivo es la gran cantidad de hidratos de carbono no digeribles que contienen; estos hidratos entran en la parte final del intestino para que nuestras bacterias residentes se den el gran festín. Son ellas las que generan los gases como producto de desecho de su metabolismo. Así que cuando andéis por el mundo como avión a reacción después de un buen plato de alubias, consolaos pensando que vuestras bacterias están muy felices y, además de gases, generan muchos otros compuestos beneficiosos. ¿Hay solución? Poca, salvo la cocción prolongada que acaba descomponiendo parte de la fibra insoluble en azúcares simples y digeribles (y otros truquitos que te dejamos en este vídeo). La generación gasística se puede reducir, pero no eliminar por completo.