Contra la libertad de expresión
La investidura de Trump consagra en la Casa Blanca la unión del poder político con las grandes tecnológicas y las empresas más poderosas del planeta contra los fundamentos ilustrados de las democracias liberales
Cuando la defensa de la libertad de expresión cae en manos de los dueños absolutos de los canales de comunicación a escala mundial, es que ha cambiado de sentido un derecho originariamente concebido para proteger a la ciudadanía del poder de los Estados y su afán controlador. Hoy es el poder quien quiere desregular las condiciones de la comunicación para fomentar la propaganda y la falsificación de la realidad deliberadamente tendenciosa con fines políticos, asociados a los intereses empresariales de quienes controlan las autopistas que impulsan la opinión y la información, verdadera o falsa, eso da igual. Hoy la desinformación militante circula por una gigantesca red de redes que llega a todos, y a todos llega de diferente forma en función del algoritmo opaco e impenetrable que nos regula a cada uno.