De los fresales de Huelva a abrir un negocio en Marruecos
Un proyecto piloto español financiado por la UE permite que más de 200 temporeras aprendan a gestionar sus pequeñas empresas en el país magrebí

El tren de alta velocidad que une Tánger con Casablanca rasga la niebla de la mañana a 300 kilómetros por hora en la campiña de Ben Mansur, 90 kilómetros al norte de Rabat, a escasos metros del plantel donde Fatna Hamssa, de 51 años, cultiva plantas ornamentales entre el ferrocarril y la autopista costera. “Siempre soñé con tener flores”, le confesaba el sábado a la ministra de Migraciones, Elma Saiz, que pisaba el barro del Marruecos profundo en su vivero. Esta robusta campesina es parte del proyecto piloto Wafira (acrónimo en inglés para Mujeres Rurales Financieramente Independientes, y que se traduce al árabe por abundancia), que ha formado en los tres últimos años a 209 migrantes temporeras en los campos de Huelva para que puedan abrir pequeños negocios en sus lugares de origen, gracias a un programa financiado por la Unión Europea con 2.500 euros por persona (una suma cercana al salario mínimo agrícola de todo un año en Marruecos), con el fin de ofrecerles estabilidad económica.