De profesora universitaria a trabajar limpiando uvas de sol a sol: las afganas, atrapadas en sus casas, son explotadas por salarios miserables
Las mujeres del país, a las que los talibanes les han cerrado las puertas del mercado laboral y de los centros educativos, se ven obligadas a realizar agotadoras tareas manuales para poder comprar comida
Shaima Rastagar estaba convencida de haber encontrado su vocación cuando comenzó a enseñar informática. A esta joven de 26 años le encantaba salir de su casa cada mañana y dirigirse a su lugar de trabajo, la Universidad de Balkh en la ciudad de Mazar-i-Sharif, en el norte de Afganistán, donde ella misma había sido estudiante. Pero esos días y esa vida han quedado muy atrás. Actualmente, Rastagar (nombre ficticio como el del resto de mujeres de este reportaje) se dedica a recoger uvas con el fin de ganar algo de dinero para que su familia, compuesta por su madre, una hermana y un hermano, pueda comer. “Es extremadamente agotador. Me canso mucho y tengo dolores de cabeza, pero no tengo opción. Ganar dinero es complicado en estas circunstancias”, explica la mujer al medio local Rukshana Media, una web de noticias sobre Afganistán creada por mujeres y centrada sobre todo en cuestiones que les afectan.