De ruta por Las Merindades, un paseo fascinante regado por el Ebro
De los casi mil kilómetros que recorre el río Ebro, cerca de 125 discurren por Burgos. En esta provincia sube, baja y cambia de dirección generando un paisaje único, con desfiladeros, hoces y cascadas. Las Merindades es uno de sus tesoros mejor guardados. A continuación, una ruta para descubrir castillos antiguos, pueblos con encanto y la gastronomía local más auténtica

El norte de la provincia de Burgos ofrece una comarca llena de lugares fascinantes para los que se dejan seducir por la historia, la naturaleza y el agua. La ruta se vale del cauce del río Ebro como guía y como espina dorsal, que vertebra la región de este a oeste y lleva al aventurero de a pie por monumentos megalíticos, antiguos monasterios ⎯majestuosos pese a estar en ruinas⎯, castillos medievales y desfiladeros en los que poner a prueba el vértigo. Empezamos.
Comer en Las Merindades
A lo largo y ancho de esta comarca es posible degustar especialidades burgalesas como las carnes, los quesos o la miel. Merece la pena pedir en cualquier restaurante de Las Meridandes ternera, su producto estrella. La matanza, como en el resto de la provincia, es protagonista con manjares como la morcilla, el chorizo y los torreznos, presentes en las cartas de restaurantes y casas de comida tradicionales.
La región es conocida por su amplia variedad de quesos de vaca, de cabra y de oveja, especialmente de las churras, raza autóctona de Castilla y León. Muchas de las explotaciones se rigen por métodos ecológicos y naturales. La miel es otro de los productos que destacan en esta comarca, especialmente la de brezo, con un color más intenso.
Por el río, a pie

El GR-99 es un sendero de gran recorrido (con marcas rojas y blancas) que sigue el curso del Ebro desde su nacimiento en Fontibre (Cantabria) hasta su desembocadura en Riumar (Tarragona). Atraviesa la provincia de Burgos en seis etapas (de la quinta a la décima) que suman 134 kilómetros a través de parques naturales como las Hoces del Alto Ebro y Rudrón y los Montes Obarenes-San Zadornil, que permiten recorrer bosques, prados, humedales y cañones y desfiladeros que cortan la respiración.