De vacaciones estratégicas, todavía
Los europeos hemos vivido nuestra mejor época, pero parece que tanta fortuna y bienestar nos hayan embotado la memoria de nuestro pasado trágico


Europa se ha dado de bruces con la realidad desnuda de la política de la fuerza y nadie sabe si llegará a tiempo para que Ucrania sobreviva. Y luego, si por desgracia no lo consiguiera, para evitar al menos que Putin siga desparramando su autocrático y belicista mundo ruso hasta la demolición, a la vez, de la unidad europea y de la alianza atlántica. No es rara la dificultad para reaccionar ante un cambio que convierte en frágil todo lo que se daba por sólido y descontado para siempre. Ochenta años tiene la extraordinaria experiencia europea. Han sido más que brillantes los resultados del mayor experimento de construcción política de la historia, pero también es enorme el vacío estratégico con que tropieza ahora y excesiva la factura que nos puede pasar si naufragara, hasta terminar con la idea de paz, estabilidad y prosperidad, la esencia de lo que es y de lo que representa Europa.