Diario de Marjorie Kanter, de 82 años, empujada a marcharse del Barrio de las Letras: “No pensé que a esta edad se pudiera empezar de cero”
La escritora canadiense ha desalojado definitivamente el piso que habitó durante tres décadas, cuyo alquiler no permitieron renovar. Ahora vivirá en una casa en Arganzuela con la mitad de espacio y casi el doble de precio

Eran días especiales cuando el doctor Aaron J. Kanter volvía a casa con unos centavos en el bolsillo. Marjorie, Stephen y Joan, sus tres hijos, corrían emocionados hasta la entrada del domicilio familiar en Cincinnati para inspeccionar los grabados de las monedas que el padre les enseñaba en la palma de la mano, a veces con la silueta de un búfalo, otras con la de un soldado americano y en alguna ocasión con una inscripción muy clara: In God We Trust (En Dios confiamos). Eran los años 40, y el juego consistía en guardar las más antiguas para una colección que a la postre terminarían conservando los progenitores. Pero entre la cuadrilla de cargadores de mudanzas que hoy desvalijan en el centro de Madrid la casa de la mediana de los tres hermanos, la escritora y poeta Marjorie Kanter, ninguno sabe nada de eso, ni de juegos, ni de “cosas del corazón”. Por ello, cuando al más mayor de todos —un hombre de casi 60 años al que sus compañeros llaman “Abuelo”— se le cae al suelo el puñado de divisas que le correspondieron a Marjorie—incluida alguna de finales del siglo XIX— este apenas se inmuta. Las observa esparcidas por el parqué y, como no tiene tiempo que perder, las deja a un lado para seguir vaciando cajones de forma compulsiva. Marjorie, que “no las encontraba por ninguna parte”, siente una alegría inefable y pide al “Abuelo” que, “por favor”, tenga delicadeza con ellas.