Diego González Rivas: “Soy adicto al quirófano: si no opero, me apago”

El cirujano gallego, de 50 años, creador de la técnica de videocirugía torácica con una sola incisión, opera a más de 1.000 pacientes y forma a miles de colegas al año por el mundo

Mar 9, 2025 - 00:00
Diego González Rivas: “Soy adicto al quirófano: si no opero, me apago”

Diego González Rivas aparece a la hora fijada en la recepción de la exclusiva clínica Rúber Internacional de Madrid vestido con el pijama azul de quirófano, recién salido de una de las tres operaciones de cáncer de pulmón, “una complejísima y dos sencillas”, que ha practicado hoy aquí. Antes de empezar la charla, nos enseña su campo de trabajo: una sala con el robot quirúrgico Da Vinci recién apagado y la camilla del último paciente aún caliente. Cuando acabemos, se irá a realizar otra intervención que le ha “surgido casi sobre la marcha” en un centro cercano, por lo que se perderá el derby entre el Real Madrid y el Atleti para el que le habían ofrecido entradas. No le importa. Está en Madrid para hacer una maratón de operaciones, entrevistas, incluida una aparición estelar en el programa La Revuelta, y presentar su libro en el Colegio de Médicos, con todo el aforo reservado, como el cirujano estrella que es. No le molesta el término, pero, a diferencia de astros de otros firmamentos, no solo no tiene prisa por zanjar nuestro encuentro, sino que seguimos hablando un buen rato cuando acabamos y, después, nos acompaña a la salida. Notable.

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DE 'DIEGUINI' A 'DIEVINCI'

A Diego González Rivas (A Coruña, 51 años) le llaman Dieguini sus amigos de toda la vida y, ahora, algunos le llaman Dievinci, por el robot quirúrgico Da Vinci, que utiliza en sus operaciones. Lo cuenta él mismo, muerto de la risa, mostrando, estampada en una camiseta, la caricatura que le ha diseñado uno de sus "fans", tatuador profesional, con el flequillo cano esculpido a laca y los brazos del robot saliéndole de los hombros a modo de alas. Sí, fans. González Rivas habla de fans con la naturalidad de quien le da capital importancia a su labor como divulgador y formador científico. Después de dedicarse durante años a la cirugía torácica en A Coruña, "aburrido" de una "rutina" que incluía la realización de trasplantes pulmonares, decidió irse a Estados Unidos a aprender videocirugía robótica. El resto, está en la literatura científica. Creador de la una técnica que permite operar al paciente mediante una única incisión de escasos centímetros con cirugía toracoscópica o robótica, lleva más de 10.000 pacientes operados en 140 países y a otros tantos cirujanos formados en todo el mundo. Acaba de presentar Curando el mundo, un libro-crónica de sus viajes y experiencias dentro y fuera del quirófano.