El arte de que el otro se sienta visto
Quitarse encima prejuicios, egolatrías y etiquetas preconcebidas puede ayudar a ensanchar (y mejorar) la mirada sobre los demás y nuestra atención hacia ellos

En 1939 el doctor Ludwig Guttman comenzó a trabajar en un hospital de parapléjicos en Reino Unido, huyendo de la Alemania nazi. Durante los primeros años, observó que la mayor parte de los hospitalizados, víctimas de la guerra, estaban confinados en sus camas y fuertemente sedados. El doctor Guttman redujo la sedación y empezó a estimular sus cuerpos con juegos con pelotas como parte de la terapia. Debido a sus prácticas poco ortodoxas, sus colegas lo denunciaron ante un tribunal médico. Durante dicho proceso cuando le preguntaron “¿quiénes cree que son estos lisiados moribundos?”, él contestó una frase que sintetizaba toda su filosofía: “Son los mejores hombres”. Finalmente, se le permitió continuar con sus métodos. Su impulso a las actividades deportivas creció, primero en el hospital, luego en todo el país, después a nivel internacional y en 1960 esta experiencia dio origen a los Juegos Paralímpicos actuales. Y la clave del doctor Guttman fue su capacidad de ver al otro de una manera amplia, holística y más allá de las apariencias.