El choque en la negociación del acuerdo sobre inmigración envenena los tratos entre el Gobierno y Junts
La desconfianza y los reparos mutuos condicionan la evolución de la relación entre las dos partes
No hay rastro de alborozo navideño en la relación que mantienen Junts per Catalunya y el Gobierno. El partido que comanda Carles Puigdemont empieza el año con una mueca de disgusto por lo que considera como una falta de compromiso del PSOE y de Pedro Sánchez. El último roce tiene que ver con el vacilante traspaso a la Generalitat de las competencias en materia de inmigración, un asunto que ha encendido otro conflicto entre las partes pese a que supuestamente había un acuerdo en firme para escenificar un apretón de manos antes de despedir 2024. El tema no ha avanzado con la agilidad prevista e inyecta veneno a una alianza que nació de intereses mutuos, pero que ha quedado preñada de desconfianza.