El coraje de la juventud serbia
La buena energía que los jóvenes han conseguido despertar al nivel popular, después de cuatro meses de resistencia pacífica, sin líderes ni partidos políticos implicados, es casi un milagro

Los estudiantes serbios, que llevan cuatro meses protestando fundamentalmente contra la corrupción y la negligencia del poder político del partido gobernante, han conseguido despertar de la apatía a un país que ya ha pagado caro su convicción de que un fatum dirige la historia y que a nivel individual nada se puede hacer para mejorar la situación social o política. Han desafiado hasta aquella profunda reflexión del Nobel literario, Ivo Andric, cuyas palabras tanto hemos recordado en las últimas tres décadas: “La esclavitud duradera y el mal gobierno pueden deformar e incapacitar tanto la orientación de un pueblo que se acaba debilitando o perdiendo por completo un razonamiento sano y sentido de justicia en él. El pueblo así alterado no sólo ya no puede distinguir el bien del mal en el mundo que le rodea, sino tampoco lo que le conviene, de lo que le arruina”.