El delirio de jugar dentro de un cuadro de Rembrandt con el humor de los Monty Python
Joe Richardson culmina una peculiarísima trilogía de videojuegos donde cada pantalla anima una obra maestra del arte, de fondo suenan sinfonías de Mozart o Vivaldi y la trama apuesta por la sátira y lo absurdo
Criatura peculiar el ser humano. No hay animal en la Tierra que se mueva tanto y tan rápido entre lo sublime y lo patético. Sabe pintar cuadros conmovedores y componer sinfonías cuasi divinas. Pero también proferir insultos atroces, herir al prójimo o sacarse los mocos. Rembrandt, Botticelli o Mozart pertenecen a una especie que, a la vez, cría a explotadores, asesinos e imbéciles. En ocasiones, genio y basura hasta coinciden en el mismo individuo. Así que otro ser humano, Joe Richardson, tuvo una extraña ocurrencia: juntar todo ello en un videojuego.