El fenómeno de la ‘gramnesia’: ¿se olvidan los abuelos de lo duro que es criar niños pequeños?
El término está ganando adeptos entre padres primerizos que se sienten incomprendidos y criticados por sus propios progenitores. Una cuestión que pone en evidencia la enorme brecha intergeneracional en cuanto a estilos de crianza
Gloria (nombre ficticio) teme que su hija de tres años tenga una rabieta delante de su madre porque sabe lo que tendrá que escuchar después: “No la estáis educando bien”, “tú con su edad nunca hacías eso”, “tú nunca llorabas” y un largo etcétera. “Yo lo hablo con mis amigas, que tienen hijos de su misma edad, para confirmar que no estoy loca, y a todas les pasa lo mismo. Pero mi madre me hace sentir mal porque lo que yo entiendo de eso es que ella lo hizo bien y yo no, aunque no me lo diga directamente”, explica. Para sobrevivir a esos comentarios, ha aprendido a hacer oídos sordos porque de lo que está convencida Gloria es que a su madre se le ha olvidado lo que realmente es tener niños pequeños.
Algunas ideas para responder a las críticas
Louise Kerdoncuff, psicóloga francesa infantil y experta en parentalidad, propone algunas frases que pueden ayudar a los padres a afrontar las críticas a su estilo de crianza. En primer lugar, recomienda no ir hacia la confrontación ni actuar como adolescentes rebeldes. Si la persona que lanza la crítica está abierta a la reflexión, se puede buscar un momento de calma, cuando los niños no estén delante, para tratar de entender qué es lo que les preocupa de nuestra forma de actuar y defender por qué queremos educar de otra manera. Si no es el caso, y la persona está convencida de tener razón, es mejor poner límites. Si los reproches se reproducen delante del niño con frases pasivo-agresivas como “estás muy mimado” o “tu madre no te ha enseñado modales en la mesa”, el niño tiene que escuchar que lo defendemos. Para ello podemos decir frases como “No te puedo dejar decir eso”, “No estoy de acuerdo contigo” o “Yo no veo las cosas como tú”, y recordar, por ejemplo, que el niño hace lo que puede.
“El problema es que cuando somos padres no tenemos mucha confianza en nosotros mismos, pero hay que creer en la forma en la que uno decide educar a su hijo. Hay que respirar y recordarse que los padres somos nosotros, porque cuando estamos con nuestras familias los roles pueden invertirse o difuminarse. Si la persona insiste en que tenemos que castigar al niño o ser más autoritario podemos responder con frases como: 'Entiendo tu punto de vista, pero nosotros queremos hacer las cosas a nuestra manera' o 'Nosotros lo hacemos de esta forma, si no estamos de acuerdo no pasa nada, no tenemos por qué estarlo”, aconseja Kerdoncuff.