El fuego de San Telmo
Si seguimos empeñados en leer la realidad nacional desde nuestros intereses y sentires, nunca entenderemos el fuego que ya arde
Escuchar gente es parte clave de mi trabajo. Y aunque escuchar gente hace que otra gente crea que uno siempre está de acuerdo con la gente que escucha, nunca hay que dejar de escuchar gente. Un trabalenguas que hace parte de la vida profesional de todo periodista. Reconociendo, eso sí, que a veces el ego del periodista dificulta, sobre todo en el ejercicio de las entrevistas radiales, escuchar. Si las preguntas comienzan a pesar más que las respuestas, es cuando el fuego de San Telmo, convertido en chispa, toca al Hindenburg. Pero esta columna no es sobre los defectos de los periodistas. Para eso habría que escribir un libro. La historia es otra.