El gran problema italiano: ¿cómo se plasma la realidad del país con más tópicos del mundo?
¿De dónde viene la Italia cinematográfica y por qué sus mitos fundacionales siguen siendo tan poderosos? Mientras Sorrentino es acusado por ciertas voces de abusar del homenaje a los grandes directores del país, una nueva generación se abre camino intentando reflejar un ‘italianismo’ más parecido al que se vive en sus calles
Todo el mundo conoce la primera escena de La dolce Vita (Federico Fellini, 1960): un helicóptero sobrevuela Roma con una estatua de Cristo colgando, mientras Marcello Mastroianni, que interpreta a un periodista que cubre el curioso traslado, lo persigue desde otro helicóptero. 64 años después Parthenope, la última película de Paolo Sorrentino, comienza con el transporte de una antigua carroza muy ornamentada sobre una barcaza que navega hacia Nápoles. En La Quimera, la última película de Alice Rohrwacher, un cargamento de restos arqueológicos cuelga de una grúa que los eleva sobre un bonito cielo. Se podría decir que a los cineastas italianos les gusta filmar la belleza de su país, los conflictos entre clases sociales, cómo se diluye la juventud… y el transporte de pesadas antigüedades mediante medios inverosímiles.