El horror en Jalisco va más allá de Teuchitlán
Una larga serie de episodios de violencia extrema jalonan la vida de uno de los Estados más ricos y con más presencia histórica del crimen organizado


Raúl Servín García visitó a su hijo una mañana de abril de 2018 para avisarle de que no trabajaría el sábado. Los dos laboraban como meseros. Don Raúl, como le conocen en su barrio, le dijo a su hijo que descansara, él tomaría el lugar y trabajaría por ambos. Fue la última vez que lo vio. Pasaron los días y don Raúl comenzó a preguntar en el barrio, hacer llamadas, nadie sabía nada. Parecía que se lo hubiera tragado la tierra. Finalmente, al quinto día, un amigo de su hijo fue a verlo. Le contó como unos hombres del barrio habían llegado en unos autos y le encañonaron con una pistola en la cabeza a las afueras de su casa. El hijo de don Raúl estaba presente y se metió a defenderlo. Los agresores rápidamente cambiaron de víctima y se lo llevaron en uno de los autos. Don Raúl, molesto y asustado, acudió a la fiscalía del Estado de Jalisco, con el relato y los datos de los automóviles. Pero la fiscalía no hizo nada. Don Raúl lleva siete años buscando a su hijo, viviendo el horror en primera persona. El chico tenía tan solo 20 años cuando desapareció.