El manual de Trump para demoler la democracia
Deshacer el Estado es sin duda el sueño común de Trump, los guerreros MAGA y anarcocapitalistas como Elon. Pero el Estado es un elefante que hay que comerse por pedacitos y ellos lo saben

Los sueños de Donald Trump son grandes, húmedos, casi acuosos, incluso desmesurados. Una día sueña con anclar el asta con la bandera estadounidense en la isla de Groenlandia, al siguiente con arrebatar el canal a Panamá y poco más tarde con adueñarse de Gaza, limpiarla de la basura que ha dejado la guerra –y de dos millones de palestinos–, para construir un resort a la orilla del Mediterráneo. Se trata de la Riviera del Medio Oriente, un lugar “increíble”, “internacional”, “magnífico” en los 40 kilómetros de costa palestina. En los sueños de Trump los obstáculos geográficos, históricos, políticos, militares, morales o sociales, son lo de menos. Como buenos sueños, son muy personales. Pero no se necesita ser un Freud o un Jung para interpretarlos. Son el producto de una psique sin límites, capaz de atropellar todo lo que haya de por medio para hacerlos realidad.