El olfato de Trump
El presidente de EE UU ha convencido a muchos ciudadanos de que el origen de sus problemas radica en que las élites demócratas (y las del antiguo Partido Republicano) tenían mayor compromiso con el orden liberal internacional que con las necesidades de su propia nación
En un libro sobre la quiebra de las democracias, Nancy Bermeo defiende que la involución autoritaria se produce en mayor medida por un cambio en las élites que en la opinión pública. Aunque no hay por qué ser fatalista y pensar que la segunda llegada de Donald Trump al poder suponga el final de la democracia norteamericana, el argumento puede no obstante aplicarse al caso presente. En términos electorales, la victoria de Donald Trump se produjo por un margen muy estrecho, de tan solo 1,5 puntos de ventaja para los republicanos. Eso no es un mandato indiscutible. Pero el limitado desplazamiento electoral hacia la derecha se ha traducido en un cambio de consecuencias imprevisibles gracias a que una parte importante del establishment económico y mediático ha dado el paso de apoyar explícitamente el proyecto trumpista. Unos por convicción, otros por cálculo, eso da igual ahora.