‘El pescador ambicioso y el pez encantado’, de Leonardo Boff: la respuesta está en la justa medida
El teólogo brasileño estudia el deseo desmesurado del hombre y los excesos que concita. Frente a esto propone una espiritualidad y una ética del equilibrio dinámico, algo que considera que ejemplifican Francisco de Asís y el papa Francisco

A partir del cuento popular El pescador ambicioso y el pez encantado, recreado por Philipp Otto y recuperado por los hermanos Grimm, el teólogo brasileño de la liberación Leonardo Boff analiza el carácter ilimitado del deseo humano que se traduce en todo tipo de excesos y desmesuras: en el consumo, el ejercicio del poder de los hombres sobre las mujeres, el uso de la racionalidad, el recurso a la violencia, la relación con (explotación de) la naturaleza, la acumulación de la riqueza y la arrogancia en el trato con las demás personas. La desmesura es tal que se llega a ambicionar el poder divino. Sin embargo, el deseo desmesurado choca con las limitaciones inherentes a la naturaleza humana: somos seres sapientes, pero también nescientes y dementes, tendemos a lo infinito, pero somos finitos.