El terror detrás del crimen de Badajoz: “Podían ser los hijos de cualquiera”
El crimen de la educadora Belén Cortés en un piso tutelado de menores infractores supone un reflejo de una realidad silenciada de estos centros y se cuela en las casas de todos

Cuando los agentes le dejaron ver a su hijo después de una semana desaparecido, le sorprendió que pareciera como “uno de esos hombres que se esconden en los camiones de Algeciras”. El chaval, de 14 años, llevaba unos pantalones de chándal del Barça que no eran suyos, el pelo rasurado por encima de las orejas, un trasquilado con mechones azules, la mirada perdida. El padre de este joven, un líder sindical de Extremadura llamado a dirigir la organización nacional, hacía seis meses que había decidido que ya no podía con él. Después de que consiguiera la custodia en septiembre, su hijo le fracturó la nariz de un puñetazo. Nunca imaginó, como tampoco lo hizo el padre del otro chico de 15 años, un famoso cocinero y líder político local, lo que iba a suceder casi 48 horas después. El crimen brutal de la educadora social, Belén Cortés, que los custodiaba la noche del 9 de marzo en un piso tutelado de Badajoz, ha helado las casas extremeñas porque nadie se explica qué tiene que fallar para que unos jóvenes a los que aparentemente no les había faltado nada, un día decidan coger un cinturón y estrangular con él a su cuidadora hasta quedar seguros de que dejaba de moverse.