El valor que no se mide
La riqueza que se comparte más allá de los accionistas también genera una ventaja competitiva
Pongamos por caso que una tecnológica gana 60 millones de euros anuales y un rival suyo, de tamaño y facturación similares, logra beneficios de 65 millones. Si las comparamos, esta última es más rentable para sus accionistas y, por tanto, más competitiva. Parece claro, ¿no?