En la vivienda social de Virginia nunca deja de llover
Una mujer con esclerosis múltiple lleva desde 2018 con filtraciones en el techo de un piso que le proporcionó el Instituto de Vivienda Social de Madrid (IVIMA). Los problemas de frío y humedad le han provocado un empeoramiento radiológico en su enfermedad.

Virginia saca los platos secos del lavavajillas mientras el agua cae sobre su cabeza. Lo hace a oscuras, en la cocina de casa. Cuando llueve prefiere no pulsar el interruptor por el riesgo de que se produzca un cortocircuito en los focos. De vez en cuando lo intenta, pero saltan los plomos. El humidificador que compró por 200 euros está en rojo y marca un 80% de humedad en el aire que respira mientras que lo recomendable es que no se supere el 60%. Hay un olor a cerrado, a óxido, a agua estancada. El techo de pladur que la cubre es una especie de cuadro abstracto, lleno de bolsas de agua con forma de telaraña que se reproducen cada mañana. “Lo que hay al otro lado no me lo quiero imaginar”, dice la mujer, que al colocar los cubiertos trata de no tropezar con los cubos inútiles que tiene por el suelo para que eso no se convierta en una piscina.