Ese dichoso VAR de nuestros pecados
Ahora hay, en la práctica, dos árbitros, el de campo y el de fuera. Guste o no, cada árbitro es un factor de irritación y ahora tenemos dos en vez de uno. Dos fuerzas que pretenden colaborar, pero se perciben como opuestas
Cuando se empezaba a discutir sobre si VAR sí o VAR no, algunos sostenían que el rechazo procedía de quienes temían que desaparecieran las polémicas, de las que existiría una dependencia morbosa. Con el VAR todo sería cristalino. Una tesis ingenua, de gente ignara en fútbol. Otro sector era el que venía sosteniendo la doctrina Simeone, según la cual los árbitros favorecen gremialmente al Madrid desde hace un siglo. Con el VAR llegaría el fin de la tiranía madridista.