Europa como peso muerto
El proyecto de Bruselas de reforzar el gasto militar no puede hacerse a costa de debilitar el Estado de derecho y las reglas de juego de la democracia

El Gobierno de Donald Trump deportó el sábado a más de 200 venezolanos acusados de ser terroristas a El Salvador a pesar de que un juez federal había ordenado paralizar la iniciativa, e incluso indicó que debía obligarse a los aviones a regresar a Estados Unidos si estaban ya en el aire para cumplir un cometido que consideraba dudosamente legal. No se le obedeció, y los supuestos miembros de la organización criminal Tren de Aragua terminaron en las cárceles de Nayib Bukele, donde se les aplicó el trato humillante que se ha convertido en el sello de la cruzada del líder centroamericano contra los que considera delincuentes. Trump ignoró la orden del juez, y algunos de los miembros de su Gobierno llegaron incluso a ridiculizarla, e hicieron chistes. De nada sirve ya la separación de poderes, al nuevo mandatario de Estados Unidos lo que le importa sobre todo es cumplir su agenda y si eso obliga a saltarse las reglas de juego, pues se saltan y ya está. Esa es la idea que alimenta cada uno de sus pasos, que las maneras de un Estado de derecho son lentas, engorrosas, y que complican su proyecto de recuperar la grandeza de América. Así que al basurero, ya no sirven.