Juventud truncada
Los lectores escriben sobre la marginación de una generación, la negativa de Mazón a dimitir, la polémica por ‘El odio’, de Luisgé Martín, y la prevención de los incendios forestales
He dejado de ver a jóvenes como yo. Una vez termina la universidad, desaparecemos. Es aún peor cuando vuelvo a mi casa de la infancia, a la capital de provincia. Mis amigos, mis compañeros de clase, mis vecinos a los que invitaba de pequeña a mis cumpleaños, todos viven fuera. Y si siguen aquí, yo no los veo, porque están encerrados en casa, estudiando para irse fuera. El rito de iniciación en la vida adulta, leí una vez, comprende en la sociedad capitalista dos hitos: primero, la adquisición de renta (por trabajo), y segundo, de patrimonio (una casa). Hasta ese momento, el individuo no es partícipe del juego. Con una tasa de desempleo juvenil del 25,3% y una edad de emancipación situada en los 30 años, es fácil imaginar el nivel de participación que la juventud tiene en la sociedad del capital. Y por si esto no fuera poco, la demografía tampoco está de nuestra parte: somos menos y siempre lo seremos. Según las reglas del juego democrático, también salimos perdiendo.