Kike Salas, amigo de sus amigos
Son infinitos los casos de futbolistas infractores, defraudadores o incluso maltratadores que han sido absueltos por su propia hinchada para que sigan corriendo sobre el césped de su casa


Le pidieron definirse a sí mismo en dos palabras y eligió siete. Primero dijo, “amigo de mis amigos”. Le corrigieron: solo valían adjetivos sueltos. “Trabajador y responsable”, contestó. El puesto era suyo. Con una presentación así, los responsables de recursos humanos de la Casa del Libro tuvieron claro al instante que aquel era el chico que necesitaban para la vacante que tenían en la zona de narrativa, poesía y teatro en la sucursal que había frente a Cortilandia. Aquel muchacho de 21 años, para ganarse el respeto de sus compañeros y amigos, pronto empezó a idear una estrategia que él consideraba de una generosidad categórica, algo por lo que en algún momento de la vida como este, sería recordado.