La desapercibida vida extramuros
Ávila desborda su propia muralla para entregar planes menos conocidos, como la visita a un castro vetón con hallazgos recientes o a una dehesa en la que se crían vacas de raza avileña-negra ibérica, el origen del chuletón que se sirve en el parador
A la carrera y de forma traumática abandonaron los vetones el castro de la Mesa de Miranda, a 22 kilómetros de Ávila. Una fíbula (un broche) y unos anillos de bronce hallados el pasado noviembre prueban que se fueron a toda prisa sin llevarse lo más preciado, y nunca más volvieron, ni el asentamiento se saqueó. Era el siglo II a. C., eran las guerras celtibéricas. El arqueólogo Juan Pablo López y su equipo fueron quienes encontraron las joyas, pero podría haber participado en la excavación un vecino de Chamartín (el pueblo de al lado) o un cliente del parador de Ávila que vino con la muralla y Santa Teresa en mente y se vuelve con una nueva afición. Los trabajos son comunitarios, cuenta López. Los técnicos tutelan los proyectos, pero involucran a todo el que muestre un poquito de interés: “Que me llame quien quiera, que yo les traigo a esta gran ciudad protohistórica”, invita el arqueólogo en el castro, delante de un campo de piedras hincadas, un elemento defensivo para frenar a la caballería. “Lo que hacemos es etnoarqueología. Buscamos que la gente conecte emocionalmente con el paisaje”, añade sin misticismo, eso es cosa de la Santa.
Redacción y guion:
Mariano Ahijado
Coordinación editorial:
Francis Pachá
Fotografía:
Pablo Monge
Desarrollo:
Rodolfo Mata
Diseño:
Juan Sánchez
Coordinación de diseño:
Adolfo Domenech