La esperanza no nos salvará
Necesitamos volver a conectar con la vida para afrontar un 2025 que puede ser peor
En casi todas las intervenciones públicas oigo peticiones de esperanza. Y el fenómeno parece crecer con cada año que pasa. Hay que dejar un mensaje de esperanza, me dicen. ¿Cómo puedo tener esperanza?, me preguntan. Lo importante es no perder la esperanza, me aseguran. La esperanza, en la aceleración del colapso del clima y de la biodiversidad, se está convirtiendo en lo que era la felicidad hace años: un objeto de consumo, una mercancía más.