La modernidad de los platos tradicionales mallorquines
Existen guardianes de las recetas de antaño, defensores de la cultura gastronómica y de la memoria gustativa de la isla, que conviven con modas más actuales, y que son apreciadas por los turistas
En un momento en que las cocinas tradicionales se debaten entre la muerte lenta o la apuesta por la recuperación de platos emblemáticos por parte de algunos restauradores, cabría preguntarse qué es exactamente una cocina popular y qué valor tiene para la comunidad que la creó. La respuesta de los antropólogos de la alimentación Contreras y Gracia Arnaiz es que toda cocina es cultura y contribuye al arraigo de los individuos a su comunidad. Es una seña de identidad como lo son las lenguas propias. Pero, ¿qué ocurre cuando la realidad solapa la cocina local?, ¿qué sucede cuando se vive en un país cuyo PIB depende de una industria turística que renuncia a su idiosincrasia, a las diversas particularidades que conforman ese todo que llamamos Estado español? Probablemente que Manuel Fraga Iribarne se sentiría satisfecho al comprobar que su invento del “menú turístico” sigue vigente, pues en todas partes se sigue ofreciendo paella, sangría, gazpacho y tortilla de patatas como emblemas de la cocina española independientemente del lugar donde nos ubiquemos.