La norma masculina y el problema de “la ciencia limpia”
La medicina ha estudiado uno de los cuerpos y ha dispensado tratamientos como si las mujeres fuésemos hombres. Y eso por no hablar de que casi todos los estudios se dan en personas cisgénero

Como mujer diría que el hecho de tener útero ha tenido un importante peso en mi vida, también mis ovarios, la menstruación, la leche caliente que mamaron mis hijas, el tamaño y la forma de mis pezones, el tejido adiposo que teje mi cuerpo como una membrana. Ahora bien, como sujeto científico, descubro que mi cuerpo no ha existido para la ciencia. La investigadora Cat Bohannon lo demuestra en su ensayo EVA (traducido por Aurora Echevarría para Seix Barral), una recentísima y urgente corrección a toda la historia de la evolución humana, centrada hasta hoy en el cuerpo del hombre. No es un decir. En las ciencias biológicas todavía se impone la llamada “norma masculina” y la mayoría de las veces los laboratorios solo estudian cuerpos de machos, ya sean ratones o humanos.