La obligada distancia de Simeone con su hijo Giuliano
El entrenador del Atlético evita la complicidad en público con el atacante rojiblanco para no generar suspicacias con el resto de la plantilla

La presencia en un vestuario del hijo de un entrenador mal gestionada puede ser una bomba de relojería. Las sospechas de nepotismo son inevitables. Lo sabía Diego Pablo Simeone cuando durante la gira asiática de este verano tomó la decisión de incluir en el plantel del primer equipo a Giuliano. Desde entonces, se ha preocupado muy mucho de marcar las distancias con su hijo en público y en el día a día del equipo. En Salzburgo, Giuliano abrió el marcador de un partido trascendental en el que el Atlético se jugaba acabar entre los ocho primeros de la liguilla de la Champions League. La reacción de su progenitor fue no mostrar la efusividad de hincha que suele exhibir con los goles de su equipo. El orgullo le corrió por dentro. Tampoco suele saludar a los jugadores que cambia durante los partidos y con Giuliano no hizo ninguna excepción cuando le reemplazó. Nadie en el Atlético niega que incluso el Cholo, para evitar suspicacias, pudo retraerse de concederle más minutos en el inicio del curso o de mantenerle más tiempo en el campo en partidos en los que lo estaba haciendo bien y lo sustituía.