La ofensiva del M-23 en el este del Congo afianza el expolio de los minerales de sangre por parte de Ruanda
El avance del grupo armado apoyado por tropas ruandesas en la región de Kivu ofrece a ese país un control directo de la explotación de materias primas congoleñas que Kigali exporta como propias

Ruanda exportó oro por valor de 852 millones de euros a los Emiratos Árabes Unidos en 2023, un 75% más que los cinco años anteriores, según datos de la ONU analizados por la agencia Reuters. El misterio de que un país más pequeño que Bélgica y sin grandes depósitos conocidos de ese mineral pudiera quintuplicar de repente esas exportaciones, siguió a una secuencia temporal reveladora. En noviembre de 2021, en la vecina República Democrática del Congo (RDC), una vieja milicia apoyada por Ruanda, el M-23, inició una ofensiva por la que se fue apoderando de gran parte de la región histórica oriental de los Kivus y que culminó el 16 de febrero con la toma de Bukavu, capital de Kivu del Sur, tres semanas después de que los rebeldes se hicieran también con el control de Goma, capital de Kivu del Norte. El este de la RDC concentra el grueso de las enormes reservas minerales del país: cobalto, casiterita, diamantes, tungsteno, manganeso, coltán. Y oro, entre otros. Estas claves explican cómo Ruanda, a través del M-23, se asegura un acceso directo a esos minerales definidos como “de sangre” por su papel clave en la perpetuación de la guerra en la RDC.