La revolución de la vida: del gen egoísta a las células cooperativas

Igual que un ser vivo tiene tejidos y órganos, la sociedad tiene estructuras que la dotan de resiliencia y la permiten adaptarse a cambios y evolucionar

Feb 24, 2025 - 03:00
La revolución de la vida: del gen egoísta a las células cooperativas

Podemos entender la sociedad como un organismo compuesto de individuos que, con sus ideas, actividades y sobre todo interacciones, la mantienen en funcionamiento. Igual que un ser vivo tiene tejidos y órganos, la sociedad tiene estructuras que la dotan de resiliencia y la permiten adaptarse a cambios y evolucionar. En los años 70, el libro Sociobiología extendió conceptos de la genética y la biología evolutiva al comportamiento de los seres humanos y, junto con El gen egoísta de Richard Dawkins, propuso una visión de la naturaleza humana como una consecuencia inevitable de nuestros genes y su historia. El argumento central de esta idea sostiene que los organismos no somos más que un producto de genes cuya ambición es propagarse eternamente en el tiempo, para lo que luchan entre ellos. En ese mundo, un león y un antílope no son más que naves que los genes de cada animal construyen para propagarse: el león mata al antílope porque los genes que lleva quieren propagarse a costa de los del antílope. El organismo no tiene más valor que como un producto efímero de los genes para su supervivencia. En estas batallas los genes mutan, cambian los diseños de sus naves para mejorar su reproducción. Darwin ya había dicho que la vida sobre la tierra estaba teñida de sangre en los dientes y en las garras de los animales. Dawkins añade la noción de egoísmo a los elementos de la herencia en la batalla por la supervivencia.

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