La tragedia de Germanwings reforzó los controles de salud mental de las tripulaciones para garantizar la seguridad
El siniestro provocado llevó a establecer un protocolo para que los profesionales no se queden solos al mando de un avión y abrió un nuevo régimen sobre la confidencialidad de los informes médicos

Fue entre el 15 y 16 de junio de 2016. En el hotel Marriott de la ciudad alemana de Colonia se encerraron más de 150 representantes de aerolíneas, reguladores aéreos, médicos y miembros de asociaciones de pilotos y tripulantes de cabina. Trazaron un plan de acción diseñado de urgencia, aunque debatido durante un año, con el que reforzar la seguridad en el transporte aéreo. Se trataba de evitar que se repitiera un siniestro como el del vuelo 9525 de Germanwings en los Alpes franceses, ocurrido un negro 24 de marzo de 2015 y del que se cumplen diez años. Esa tragedia, en la ruta Barcelona-Dusseldorf, dejó 150 víctimas mortales y causó enorme impacto en la opinión pública. Fue uno de esos sucesos que cambian el rumbo de la aviación, como antes lo hicieron el conocido como accidente de Los Rodeos, en marzo de 1977 en Tenerife (583 muertos), o el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, en septiembre de 2001.