La vida entre rejas de las escritoras y lectoras voraces de la cárcel del Buen Pastor
En el centro de reclusión de mujeres más grande de Colombia, decenas de internas escriben diarios o historias fantásticas, y muchas otras devoran hasta una docena de libros al mes. En el país, el promedio anual de lectura no alcanza los cuatro libros


La primera vez que Dayana Burgos llamó a su hijo desde la cárcel, le dijo al niño, de nueve años, que estaba aislada en un castillo. “Fue lo primero que se me ocurrió”, explica la mujer de 37 años, desde la prisión del Buen Pastor en Bogotá. La mentira piadosa para calmar el dolor de Juan Pablo la convirtió en una escritora obsesionada con relatar su encierro a partir de personajes de cuentos que el pequeño pudiese identificar. “Escribía a oscuras en cuadernos que me regalaban sobre un castillo en el que habitaban princesas, brujas, dragonas y hasta zombies”, comenta entre risas la madre de ascendencia gitana, que tituló el libro de su encarcelamiento Entre brujas, sapos, princesas rebeldes y dragones. Un texto consignado en libretas escolares que guarda con recelo en un rincón de su celda.