Las manos que cuidan
Los lectores escriben sobre el trabajo en las residencia de mayores, la cultura de la violación, la justicia, y la crisis climática

Soy terapeuta ocupacional, trabajo en una residencia de mayores por vocación. A veces voy por la calle y me encuentro a algún conocido que hace tiempo que no veo. Al preguntar “¿qué tal tu vida?”, automáticamente, tras responder “trabajo en una residencia”, su cara se convierte en lástima, “qué duro será pelear con ellos”. Continúo caminando por la calle, y veo una famosa tienda en la que se venden carcasas de móvil. Sin evitarlo, me pregunto cómo es posible que seis personas estén vendiendo carcasas y tan solo cinco cuiden a 90 o más mayores. ¿Acaso una carcasa vale más que una persona? ¿Por qué se castigan tanto las vidas y condiciones económicas de las manos que cuidan? Lo realmente duro es pelear contra un sistema que no valora su cuidado y sus vidas. La vocación no debería ser un castigo.