Los máximos del oro transforman el negocio: se dispara la compra de lingotes mientras flaquean las tiendas a pie de calle
Los ‘compro oro’ más pequeños reducen su actividad ante el repunte del metal precioso: “La gente solo vende si tiene necesidad”


Víctor Gómez quería saber si una cadena dorada que se encontró el lunes en la calle era de oro. Por eso, este albañil peruano de 48 años se dirigió a un compro oro en la calle de Arturo Soria, en Madrid, uno de los cientos de locales de fachada amarilla que dicen sin medias tintas a qué se dedican. Su esperanza de conseguir dinero (en su caso, para pagar un abono de transporte) se esfumó cuando le confirmaron que era una baratija. A estas tiendas acuden personas necesitadas de liquidez (dan en efectivo hasta 1.000 euros), y varios pequeños establecimientos de la capital confirman que hay poca afluencia de clientes. José Luis Pérez (Caracas, 43 años) atiende uno de ellos en las inmediaciones de Ciudad Lineal y reconoce que la actividad se ha reducido: “Aquí vende el que necesita”, sentencia.
La joyería, contagiada
El quilataje es una medida que indica la pureza del oro en una joya. Mientras que 24 quilates representan oro puro (100% oro), una joya de 18 quilates contiene un 75% de oro y un 25% de otros metales. Cuanto mayor es el número de quilates, mayor es la cantidad de oro en la joya. Carmen Díaz es dueña de la joyería Riviere Joyeros, ubicada en el centro de Madrid desde 1999, y cuenta que si bien lo normal es comerciar con piezas de 18 quilates, la semana pasada sus proveedores le dijeron que bajarían a 14 quilates, incluso a nueve. De este modo se amortiguaría un eventual incremento de los precios por el alza del metal precioso. “Es la primera vez que veo eso”, puntualiza. Ella, que compra y vende joyas, pero no las fabrica, relata que el negocio viene a la baja desde hace varios años. Aunque insiste en que el arranque de 2025 ha sido particularmente malo. “2024 no fue tan mal, que no es lo mismo que bueno. Pero este va peor”, dice.
De una bajada en la actividad de la joyería ya advertía el Consejo Mundial del Oro (WGC, según las siglas en inglés), que a cierre del año pasado apuntó que para 2025 el apetito por las joyas de oro se constreñirá más. “La demanda de joyería cayó un 11% en 2024 por los precios [del oro], que afectó los volúmenes de venta. Con la excepción de 2020, hay que remontarse a 2009 para encontrar un año comparable en demanda de joyería de oro”, destacan en un informe. El declive más grande para la industria viene desde China, por la debilidad de su consumo, y el mercado Europeo sigue la tendencia. Pero no todo es motivo de preocupación: aunque menos personas están comprando joyas, las que lo hacen están pagando precios más altos por ellas, lo que es una clara oportunidad para el lujo.
Dani Nicols (Madrid, 45 años) es dueño de la Joyería Nicols, una de las más antiguas de Madrid, de tradición familiar. Nicols, que creció en el taller junto a su abuelo y su padre, reconoce que ha logrado mantener precios estables durante cinco años gracias a su estrategia de abastecimiento de oro. “Tengo existencias suficientes para operar por varios meses”, desarrolla, pero confiesa que incluso así, ha tenido que elevarlos recientemente: “Llega un momento en el que no puedes mantener los márgenes”, comenta. Y es que no solo sube el oro, también lo hace “la inflación, los salarios y los impuestos”.
Con todo, Nicols augura un buen año. Otros comercios han comenzado a operar el negocio de otra manera; como Ramón Ruíz, de Santamaría Joyeros, en Valencia. “Es pronto para sacar conclusiones, pero algunas líneas de producto ya están siendo afectadas”, comenta. “Estamos compensando con diferentes combinaciones de gemas preciosas y semipreciosas, incluyendo diamantes creados, y desarrollando líneas de menor quilataje para mitigar el aumento de precio”, concluye.