Los mejores hoteles del Pirineo aragonés
Antiguas abadías, casas de montaña y castillos con vistas: seleccionamos seis alojamientos para que disfrutes al máximo de unos paisajes, historia y sabores únicos

Cuando la nieve se retira y las estaciones de esquí cierran sus puertas, el Pirineo aragonés se transforma en un paraíso primaveral lleno de vida y color. Los valles se visten de verde, las flores silvestres salpican el paisaje y los ríos, alimentados por el deshielo, fluyen con energía renovada. Es el momento perfecto para calzarse las botas de montaña y descubrir rutas de senderismo que, en esta época, se tornan más accesibles y sorprendentes. Desde paseos familiares por el Valle de Aguas Tuertas, con sus característicos meandros, hasta ascensos más desafiantes hacia ibones (lagos de montaña de origen glaciar) como los de Espelunciecha, Piedrafita y Sabocos en el valle de Tena, o el ibón de Plan en el valle de Gistaín. Hay opciones para todos los niveles y edades.