Los últimos fabricantes de venencias, el símbolo del Vino de Jerez
El artilugio, imprescindible para catar el vino en el sistema de crianza de Jerez, lleva décadas convertido en reclamo del Marco

Transitaban las décadas que parten por la mitad el siglo XX cuando la bodega González Byass de Jerez tuvo una ocurrencia: ¿por qué no sacar de las bodegas a las venencias, ese artilugio creado para catar los vinos directamente de las botas y dar a conocer internacionalmente un vistoso, práctico y efectista oficio, el del venenciador? Y así se plantó su trabajador más aventajado, Pepe Ortega, en una feria de Nueva York dispuesto a vender marca. “Funcionó tan bien que todos lo copiaron”, explica el venenciador chiclanero Jesús Tocino. Así que señores de chaqueta de corto y fajín rojo pronto se popularizaron como un reclamo de marketing indisoluble a las bodegas del Marco de Jerez. Ese hito en una historia de orígenes milenarios es una de las anécdotas que Tocino, cuarta generación de bodegueros y fabricantes de venencias, y profesor de este arte, cuenta en sus clases para enganchar a los estudiantes, muchos de ellos internacionales.