‘Los viejos amores’, de Rosa Ribas: una novela de detectives de gente como uno
La nueva entrega de las peripecias de los detectives Hernández es un libro entrañable en el que los conflictos dramáticos tienen el sabor de los problemas reales de individuos reales. Y eso se agradece

El arte es un reflejo de la época, como está más que dicho. Pocas manifestaciones de la creación han conseguido regalarnos percepciones e imágenes de las evoluciones sociales como lo ha logrado esta emanación humana. La tragedia griega que ha llegado hasta nosotros, las sátiras latinas de la época imperial romana, la picaresca española serían clásicos ejemplos de esa capacidad. Lo que sucede hoy con esta manifestación no es entonces excepcional: a unos tiempos convulsos, cuando a grandes sectores les importa más el parecer que el ser (como lo evidencian las actuales exhibiciones en las redes sociales), se corresponde un arte también convulso y en el cual el ser, muchas veces, resulta sustituido por un parecer espectacular que, no obstante, recibe como rédito el éxito comercial al que aspiran creadores e industriales de una cultura hecha para el consumo.