Maduro: fastos y corrupción
Las redes sociales se llenaron de pronunciamientos a favor y en contra de la proclamación, pero no hubo ninguna muestra de admiración por el líder venezolano digna de ser tomada en serio
Era una investidura que se originaba en un monumental acto de corrupción, un fraude electoral que el principal acusado no pudo contraargumentar. Y la corrupción de la democracia envolvió distintas facetas de los fastos que acompañaron la toma de posesión de Nicolás Maduro. La dimensión escenográfica, con un enjambre de drones dibujando la efigie del líder máximo en la noche caraqueña; el lenguaje, tamizado por un sonrojante lirismo y envilecido por las falsedades dirigidas al pueblo que pretende encarnar; y parte de su compañía. Solo dos presidentes latinoamericanos arroparon al sucesor de Hugo Chávez en su fiesta. El nicaragüense Daniel Ortega, a la cabeza del régimen más autoritario y esperpéntico de América, y Miguel Díaz-Canel. “Aquí está Cuba, hermano Nicolás”, escribió en X el mandatario de la isla que enseñó a Venezuela a resistir a las presiones externas y que hoy subsiste en buena medida gracias a su petróleo.